Como la democracia lleva al caos: el caso de una salida por la noche
Hoy vamos a salir todos al antro o algún otro lugar que se determiné en unos minutos, cuando nos veamos y nos pongamos de acuerdo. El problema que aquí quiero analizar es como la igualdad de opinión entre nosotros nos lleva siempre al caos.
En primer lugar nadie se quiere comprometer a tomar una decisión. Esto siempre ocurre al inicio de la idea: “hay que salir el sábado”, para la declaración siempre viene la interrogante: “¿A dónde?”, cuya respuesta por lo general es vaga: “pues no sé ahí vemos el sábado”.
La propuesta es analizada por alguno de nosotros, es decir, uno o dos se toman la molesta de analizar la propuesta y tomar una decisión: “pues vamos al antro”. Y aquí empiezan los problemas, algunos no quieren ir, otros prefieren hacer otra cosa, pero solo son reaccionarios, es decir, comienzan a opinar ya que alguien tomó la iniciativa de ir al antro y reaccionan ante ella.
Pero la diversidad de opiniones no solo hace más complejo tomar la decisión principal que es a donde vamos a salir, si no que hace complejo todo el proceso. Por ejemplo: lo más fácil sería, según mi lógica, vernos todos en casa de uno de nosotros que viva en el centro. Las mujeres que se pongan de acuerdo en quien de ellas va a sacar el carro y lo mismo para con los hombres. Sin embargo, esta simple aseveración que parece tan sencilla se puede complicar en infinidad de formas, ejemplos:
A) Ellas no tienen carro, uno de nosotros tiene que ir por ellas.
B) Mejor nos vemos en casa de una de ellas porque no tienen carro.
C) A lo mejor y no cabemos en el mismo carro.
D) Sería mejor vernos en el antro.
E) Etc.
Es decir, todas las posibilidades por absurdas que parezcan pueden ser propuestas en cierto momento bajo ciertas circunstancias, porque la opinión de todos tiene el mismo valor y, como cada uno de nosotros es diferentes, nuestras opiniones pueden variar drásticamente.
Para agregarle más complejidad al caso, la información es asimétrica. Lo que uno puede afirmar como un hecho resolutivo, otro puede negarlo rotundamente y finalmente, se empieza a caer en el caos. Después de haber superado innumerables barreras para juntarnos todos en un punto, se inicia otra acalorada discusión sobre a donde debemos ir. La mayoría supuestamente se impone a la minoría, pero el caso es que muchas veces la mayoría se conforma de una sola opinión y de otros que prefirieron elegir una alternativa que parecía vencedora para dejar de discutir.
Finalmente, esto no asegura que ya que estemos en X antro, el grupo minorista alborote a esos indecisos sigue rollo y nos vayamos a otro antro diferente, ahora la opinión de la mayoría ha cambiado. Al final de cuentas, algunos pudieron pasarsela bien y otros no tan bien. Mi pregunta es: ¿no hubiera sido más fácil que una sola persona tomara todas las decisiones siempre? Quizá el resultado hubiera sido el mismo, algunos inconformes, algunos conformes, pero en menos tiempo.
Salud mi buen rojillo…
En primer lugar nadie se quiere comprometer a tomar una decisión. Esto siempre ocurre al inicio de la idea: “hay que salir el sábado”, para la declaración siempre viene la interrogante: “¿A dónde?”, cuya respuesta por lo general es vaga: “pues no sé ahí vemos el sábado”.
La propuesta es analizada por alguno de nosotros, es decir, uno o dos se toman la molesta de analizar la propuesta y tomar una decisión: “pues vamos al antro”. Y aquí empiezan los problemas, algunos no quieren ir, otros prefieren hacer otra cosa, pero solo son reaccionarios, es decir, comienzan a opinar ya que alguien tomó la iniciativa de ir al antro y reaccionan ante ella.
Pero la diversidad de opiniones no solo hace más complejo tomar la decisión principal que es a donde vamos a salir, si no que hace complejo todo el proceso. Por ejemplo: lo más fácil sería, según mi lógica, vernos todos en casa de uno de nosotros que viva en el centro. Las mujeres que se pongan de acuerdo en quien de ellas va a sacar el carro y lo mismo para con los hombres. Sin embargo, esta simple aseveración que parece tan sencilla se puede complicar en infinidad de formas, ejemplos:
A) Ellas no tienen carro, uno de nosotros tiene que ir por ellas.
B) Mejor nos vemos en casa de una de ellas porque no tienen carro.
C) A lo mejor y no cabemos en el mismo carro.
D) Sería mejor vernos en el antro.
E) Etc.
Es decir, todas las posibilidades por absurdas que parezcan pueden ser propuestas en cierto momento bajo ciertas circunstancias, porque la opinión de todos tiene el mismo valor y, como cada uno de nosotros es diferentes, nuestras opiniones pueden variar drásticamente.
Para agregarle más complejidad al caso, la información es asimétrica. Lo que uno puede afirmar como un hecho resolutivo, otro puede negarlo rotundamente y finalmente, se empieza a caer en el caos. Después de haber superado innumerables barreras para juntarnos todos en un punto, se inicia otra acalorada discusión sobre a donde debemos ir. La mayoría supuestamente se impone a la minoría, pero el caso es que muchas veces la mayoría se conforma de una sola opinión y de otros que prefirieron elegir una alternativa que parecía vencedora para dejar de discutir.
Finalmente, esto no asegura que ya que estemos en X antro, el grupo minorista alborote a esos indecisos sigue rollo y nos vayamos a otro antro diferente, ahora la opinión de la mayoría ha cambiado. Al final de cuentas, algunos pudieron pasarsela bien y otros no tan bien. Mi pregunta es: ¿no hubiera sido más fácil que una sola persona tomara todas las decisiones siempre? Quizá el resultado hubiera sido el mismo, algunos inconformes, algunos conformes, pero en menos tiempo.
Salud mi buen rojillo…
=)
es genial este post
pero lo bueno de la democracia es que presenta lo diferentes que somos y la opcion de decidir aunque inconformes o conformes y aunque la mayoria no decida lo mejor.
de todas maneras los que no quisieron ir al antro no fueron no?
me encantan tus tintes absolutistas que te dan derrepente.
Posted by Anónimo | 11:57 a.m.
gracias :$
Posted by Anónimo | 9:37 p.m.
Sólo te faltó un punto por cubrir:
El berrinche redentor... la minoría como lo mencionas tiende a reaccionar ante las decisiones de una mayoría borrega, pero muchas veces la mayoría hace caso omiso y sigue al líder seductor de masas, es en este momento donde surge el berrinche redentor, que como práctica terrorista infunde miedo en las mayorías con declaraciones como "si vamos alla mejor me voy a mi casa", "que hueva, si vamos me quedaré sentada toda la noche", "No quiero ir, porque no quiero ir". Estas y otras frases todavía más amenazadoras entran en la psique de las masas, manipulandolas ofreciendoles la seguridad de una noche mejor donde sea que la minoría quiera ir.
Resultado inmediato: después del berrinche redentor la mayoría decide entregarle el control de las salidas a la minoría, dado que ellos son los chiquiones y saben como hacerlo (en el pensamiento de la mayoría borrega esta "siempre la pasamos mejor si ellos se divierten tmb")... así llegamos al escenario absolutista que planteas.
Posted by Anónimo | 12:30 p.m.
oigan y si vamos a un antro todos? jajaj
Posted by Anónimo | 12:48 p.m.